Podría

Perdimos la esperanza y el recuerdo del amanecer, sólo la noche y la sordidez de lo cotidiano llenaron nuestros ojos o el horizonte. Y bajamos profundo, muy profundo, hasta la misma raíz de aquello que detiene el pulso de las cosas.

Pero volvimos, amputados o reconstruídos, con la herida de la sombra o el vacío preñada en el verbo y las manos.

No supimos retomar el camino. Pensamos sólo en las cumbres como tumbas, y nos conformamos con la vulgaridad de la vida programada. Pensamos que lo que se lleva en la sangre podría olvidarse a golpe de espina y silencio.

Un día, ya sin esperanza y sin escudos, fueron suficientes seis palabras para cambiar el mundo, para derrumbar el cristal de nuestras mentiras. Y la lucha volvía a tomar sentido.

No había victoría, pero podría haberla.