Inmersos ya en la precampaña electoral, vuelven a sonar con más fuerza —atizados por los recientes actos antimonárquicos y el anuncio de un referéndum en el País Vasco— palabras como Constitución, Estado de Derecho, Legalidad, Corona, Patria, Nación, etc. A mi juicio, todas estas palabras quedan empobrecidas en ese marco de anacronía e intolerancia en la que son pronunciadas, impregnándose de vacío y engaño.
Y es que Corona, Patria y Nación son, efectivamente, anacrónicos. La Corona es una institución que representa los agónicos valores de la Edad Media, enraizados en el feudalismo y enmascarados de modernidad a medida que el progreso social crecía. Y Patria y Nación son valores nacidos en el siglo XIX, arma de diferenciación basada en el terruño y en la lengua, en el país, reacción a un Siglo de las Luces que homogeneizaba a todo ser humano gracias a valores universales. Hoy, ambas carentes de sentido, aunque posean un profundo cimiento en la sensibilidad social.
En cuanto a Constitución, Estado de Derecho y Legalidad, creo que no cabe duda alguna que se utilizan de forma sectárea y partidista. No cuestiono aquí ninguno de estos tres valores —desde mi punto de vista imprescindibles para desarrollar una sociedad democrática plena—, sino la forma en que son utilizados: siempre como escudo en contra de cualquier cambio, de cualquier aspiración alejada del marco en el que se fraguó la Transición. Y afortunadamente ya no estamos en la Transición, con la sombra del franquismo llenándolo todo, con el ejército como amenaza permanente, con las ideas cercenadas y la imposibilidad de restaurar los valores de una II República que, si bien fue imperfecta, trajo consigo valores y logros sociales que no lo eran.
España tiene amnesia selectiva, porque ha olvidado restaurar valores que esta sociedad, antes de ser aplastada y sacrificada en un cruenta Guerra Civil, conquistó democráticamente. Ha olvidado el carácter abierto y transitorio de una constitución que en el momento de su redacción quedó postrada a la indulgencia de la izquierda y las presiones del régimen anterior siempre con la amenaza en la boca y el fusil, queriendo convertirla en las tablas de Moisés. Ha olvidado que en este país existe pluralidad, libertad y posibilidad de alcanzar democráticamente cualquier cosa que el pueblo considere necesario, al margen de prejuicios o intereses.
España ha olvidado para ser intransigente, intolerante, para tildar todo aquello que no responde a los valores «constitucionalistas» —en su interpretación, claro— de ilegales e incluso de ilícitos y no éticos.
El problema de esta gente que se llaman a sí mismo españoles, que enarbolan la defensa de los símbolos y se llaman a sí mismos España, es que han olvidado que otros antes también lo hicieron, que también eran intolerantes y creían llevar a la Verdad, a Dios y al Pueblo consigo, sin saber que no representaban a los españoles, sino a los intereses de los que eran títeres.
Gran definición: amnesia colectiva.
Palabras sin contenido llevadas al terreno de la ontología, la trampa de siempre de quien quiere salvar el culo de sus propios intereses.
Saludos desde Madrid.
Perdona que te taladre, sólo decirte que me ha gustado lo que has colgado de sonific songspot, igual te copio.